jueves, 20 de octubre de 2016

Sigmund Freud



Sigmund Freud

(Freiberg, 1856 - Londres, 1939) Neurólogo austriaco, fundador del psicoanálisis. El hombre que habría de revolucionar la psicología clínica y la psiquiatría se inclinó relativamente tarde hacia el estudio de la medicina. Se matriculó en la Universidad de Viena (su familia se había trasladado a la capital austriaca en 1859) tras la lectura de las obras de Darwin y de un ensayo de Goethe.

Graduado en 1881, se interesó al principio por la fisiología del sistema nervioso y la anatomía cerebral. Obtenida en 1885 la habilitación para la enseñanza libre de la neuropatología, se dedicó, no obstante, muy pronto a la psiquiatría, y marchó aquel mismo año a París para seguir los cursos de Jean-Martin Charcot en la Salpêtrière, estudiar sus teorías y familiarizarse con las técnicas hipnóticas empleadas por el maestro en el tratamiento del histerismo y de otros trastornos nerviosos. 

 Vuelto a Viena (1886), contrajo matrimonio con Martha Bernays, y luego regresó, aun cuando por breve tiempo, a Francia, a fin de aprender en Nancy los métodos hipnosugestivos de cura del neurólogo Hippolyte Bernheim. De nuevo en su patria, y no demasiado satisfecho (el hipnotismo terapéutico no resultaba fiel y la etiología del histerismo no quedaba explicada), se interesó por el sistema seguido antes por un colega mayor que él, Josef Breuer, en la curación de una joven histérica mediante el empleo del hipnotismo, no ya para anular los síntomas, sino para superar las inhibiciones de la paciente y hacer aflorar detalles de su vida pasada (método "catártico") que, pese a poseer una relación causal con tales síntomas, habían sido fuertemente reprimidos y olvidados.
Sigmund Freud trabajó en el mismo sentido y publicó en 1895, con Breuer, Estudios sobre la histeria (Studien über Hysterie). El sistema contenía en germen la terapéutica psicoanalítica y había aclarado algunos puntos clave: la existencia de conflictos ideoafectivos inconscientes como premisas y causas de una condición neurótica; el traslado, en el síntoma, de energías psíquicas no liberadas; y, finalmente, la posibilidad técnica de un retorno de la afectividad atascada a sus vías normales de flujo. 

Se presentaban, no obstante, dos problemas: primeramente, la necesidad de una técnica menos insegura que el hipnotismo para la debilitación de las inhibiciones y la evocación de los recuerdos; en segundo lugar, la clarificación de la naturaleza de las emociones y energías psicodinámicas en juego. A la primera cuestión respondió Freud con la sustitución de la hipnosis por la técnica del relajamiento y de las "asociaciones libres", en la que el paciente es invitado a hablar con absoluta libertad de cuanto llega a su mente y a vincular una idea con otra sin un orden establecido previamente; solucionó la segunda admitiendo en buena parte la naturaleza sexual de las emociones relacionadas con las situaciones olvidadas.

 Freud en su estudio

Llegados a este punto (1896-97), Breuer y Freud acabaron por separarse. Había nacido el psicoanálisis freudiano, entendido como técnica de exploración del subconsciente, y también como psicoterapia y como teoría psicológica general. Freud descubrió sucesivamente que los contenidos alejados de la conciencia ("removidos") podían expresarse no sólo en los síntomas neuróticos, sino asimismo en otros aspectos no meramente patológicos, y sobre todo en los sueños (a cuya interpretación dedicó una obra fundamental, La interpretación de los sueños, 1900) y en muchos actos insignificantes de la existencia corriente (Psicopatología de la vida cotidiana, 1904). 

La sexualidad del adulto le pareció condicionada, singularmente en el neurótico, por hechos y experiencias de la infancia; de la evolución del impulso sexual a partir de la primera infancia trató en la obra Tres contribuciones a la teoría sexual (1905). Más adelante, Freud estableció la psicodinámica de los conflictos del subconsciente en la interacción de tres componentes psíquicos de la personalidad: el Ello, el Yo y el Superyó, cuya naturaleza y función describió en varios textos de su madurez: Más allá del principio del placer (1920), Psicología de las masas y análisis del Yo (1921) y El Yo y el Ello (1923). 

Al principio creyó que a los instintos sexuales se oponían impulsos de conservación o autoafirmación, que denominó instintos del Yo; posteriormente describió los conflictos instintivos fundamentales en términos de amor y destrucción (pulsiones de vida o Eros y pulsiones de muerte o Thánatos). Ciertas relaciones entre las manifestaciones neuróticas y las costumbres de los pueblos salvajes le indujeron a estudiar algunos problemas importantes de la psiquis primitiva; apareció así en 1913 la obra Tótem y Tabú, que aclara varios de los más arcaicos mecanismos del subconsciente. 

Mientras tanto, diversos estudiosos de distintos países habían comprendido el extraordinario valor de los descubrimientos de Freud y, agrupados en reuniones, fundaron con él la Asociación Psicoanalítica Internacional (1910) y las primeras publicaciones dedicadas exclusivamente al psicoanálisis. La notoriedad de Freud atravesó el Océano; en 1909, la Clark University (Worcester, Massachusetts) consiguió que dictara una serie de conferencias.
Las lecciones que impartió Freud en la Universidad de Viena durante los años de la Primera Guerra Mundial fueron reunidas por él mismo en Lecciones de introducción al psicoanálisis (Vorlesungen zur Einführung in die Psychoanalyse, 1917), completadas por una nueva serie aparecida en 1932. A 1926 pertenece un profundo estudio sobre la angustia, Inhibición, síntoma y angustia (Hemmung, Sympton und Angst). En 1920, con sesenta y cuatro años de edad, y después de haber pasado dieciocho años como encargado de curso, Freud fue nombrado finalmente profesor ordinario de la Universidad de Viena. En 1930 se le concedió el premio Goethe de la ciudad de Francfort. 

Ocupada Austria por los alemanes (1938), Freud, que era israelita, se vio obligado a expatriarse y marchó con algunos familiares y discípulos a Londres, donde murió al año siguiente. En la última etapa de su vida consagró una atención cada vez mayor a los problemas sociales, religiosos y políticos; aparecieron así El malestar en la cultura (1930) y Moisés y el monoteísmo (1939). Verdadero gigante del intelecto y hombre de suprema integridad moral y científica, Freud pertenece al exiguo número de aquellos sabios que han transformado toda una cultura y cambiado el curso de la historia del pensamiento.

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